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El referendo al cual el pueblo venezolano está convocado para este 15 de febrero, está viciado desde la misma formulación de la pregunta. Es como si ex profeso, se hubiese tratado de confundir lo más posible la pregunta, a fin de restarle claridad a lo que se quiere. Allí está la pregunta. Verifíquelo por usted mismo.
Lo que está en juego es la permanencia en el poder del teniente coronel y, ahora, también de los Alcaldes y los Gobernadores, los cuales, cada período podrán optar por el cargo, si se apruebla la consulta y quedarse allí, de elección en elección hasta que se mueran o se cansen.
Si no se aprueba la consulta, el teniente coronel tendrá que dejar Miraflores en el 2013, cuando termine su actual mandato y darle paso a otra persona. Eso estará por verse, aún perdiendo la consulta, porque el mandatario está muy encariñado con el poder y con la cantidad exorbitante de dinero que le ha tocado manejar en estos diez años.
Hay otro asunto de fondo en la pregunta que aprobó la Asamblea Nacional y que reestructuró el Consejo Nacional Electoral y que es mucho más delicado: en el supuesto negado de que la consulta se apruebe, ¿quién enmendará los cinco artículos? ¿Será el teniente coronel, será la Asamblea Nacional, será el CNE? ¿Qué dicen actualmente los cinco artículos y cómo quedarán redactados? ¿Qué es lo que a la final el pueblo, va a aprobar o a desaprobar?
Cuando falta claridad en las intenciones del proponente y se ve un mal proceder en un referendo a destiempo, yo, por ignorar lo que se está consultando o cómo quedará lo que estoy decidiendo, opto por el NO, porque no puedo aprobar algo que no sé cómo quedará, ni quién lo redactará una vez aprobado.
El referendo para modificar esos cinco artículos de la Constitución Nacional, es lo que en Venezuela conocemos como "un gallo tapao", es decir, una cajita de sorpresa que por encima aparenta ser algo, pero que en el fondo es otra cosa.