Ahora es el mismo presidente de Bolivia, Evo Morales, quien aparece consumiendo hojas de coca ante la mirada atónita de los espectadores. Se sabe que la hoja de coca es un alucinógeno en su estado natural, pero alucinógeno al fin y que, al pasarla por un proceso químico, ese alucinógeno se potencia y se convierte en cocaína, que es el flajelo que está acabando con el cerebro de nuestros jóvenes en el mundo.
¿Qué hay qué decir sobre esto? Que aunque estos mandatarios estuvieran convencidos del efecto inocuo de las hojas de coca, por lo que representan ellos para la niñez y la juventud, deberían de abstenerse de hacer esto, porque pareciera que fuera una apología al delito, una promoción velada al consumo de coca en nuestros países.