¿Serán las mujeres las que toquen el réquiem de esta época tan gris y de su anciano Sultán? Yo creo que sí. En todos los tiempos y en todos los lugares del mundo, las mujeres han protagonizado las revoluciones, ruidosas o invisibles.
En nuestro caso sería, además, una némesis. Al principio de todo, Silvio Berlusconi, vendedor de si mismo, entró en política directamente desde el mundo del comercio con una seguridad: las mujeres que ven mis televisiones me aman, me van a votar. Ha sido así: las mujeres han sido su público y su fuerza.
A partir de una época un poco posterior, no le alcanzó con ser amado, sino que quiso además amarlas. Como él mismo dice: muchas, y muchas a la vez, jovenes y adolescentes, un harem de chicas a quienes daba las gracias con un escaño en el parlamento europeo o nacional, un ministerio, un papel de protagonista en una película o un trabajo en la televisión pública.
Como si todo fuera suyo, como si fuera normal. Comprar, pagar, disfrutar de la debilidad económica y cultural en la cual el país iba cayendo más y más cayendo en su propio interés. Da igual que fuera el interés de una sola noche.