PERCEPCION
Anoche, cuando abrí la nevera para tomarme un vaso de agua, se me acercó mi hija, de apenas 9 años, y con sus manitas en la cintura me dijo algo en un tono excesivamente preocupante que me llamó poderosamente la atención.
--Papi, Chávez se está volviendo loco.
--¿Por qué dices eso, hija?, le pregunté más por saber cuáles eran sus argumentos que por otra cosa.
--Imagínate, papi, Chávez está descomponiendo al país.
--¿Si? y ¿Cómo es eso hija?, continué indagando.
--Bueno, ahora anda con lo de la reforma y la propiedad privada. Lo que falta es que vistamos todos de militar.
--¿Verdad? Y… ¿que otra cosa más hija?, le volví a preguntar para seguirle sacando.
--Bueno papi, ya te dije, la reforma, la propiedad privada y… otras cosas más que ya no me acuerdo. Te dejo papi, voy a ver si puedo dormir, no tengo sueño…¿Quieres jugar conmigo?.
Les confieso que quedé en una pieza. Entonces comencé a preguntarme una y otra vez cuánto le estará afectando todo esto a mi hija, desde el punto de vista psíquico y emocional. Ella entiende que si el comunismo de Chávez termina de consolidarse, las propiedades de todos los venezolanos corren el peligro de ser confiscadas o quitadas por razones de estado.
Creo que a su edad no comprende ni mucho ni poco el alcance ideológico, político y económico de la reforma o la nueva Constitución que sustituye a la del 99. Pero intuye que no es algo bueno ni para ella, ni para su familia, ni para el país.
Lo cierto del caso es que mi hija está traumatizada por lo que está ocurriendo en Venezuela. Por el momento entiende que Chávez está loco de remate. Ese es el concepto que tiene del barinés, de sus actuaciones y de lo que dice.