Alibert Heim hoy es un abuelo de 94 años, pero huye de la justicia desde hace medio siglo, debido a sus atrocidades con los judíos que tenían la desdicha de caer en sus manos, de allí el apodo con que lo conocían los prisioneros de los campos de concentración "Doctor Muerte".Sus experimentos consistían en inyectarles a los reclusos sustancias tóxicas, como el benceno, y cronometrar su agonía o extirpar sus órganos sin anestesia. Ejerció su macabro papel entre otros, en los campos de concentración de Malthausen y de Buchenwald.
DOCUMENTACION
Sobre su escritorio, tenía un pisapapeles hecho con el cráneo de un muchacho de 18 años que él mismo ejecutó, según sus anotaciones, "por su dentadura perfecta".
Un tatuaje inusual de un preso despertó su interés. Lo mató e hizo con su piel la pantalla de una lámpara para su escritorio.
Para documentar la larga lista de sus atrocidades no se necesitaron testigos.
El mismo Heim describía detalladamente cada uno de sus experimentos, en libretas.
El director del Centro Simon Wiesenthal de Jerusalén, Efraim Zuroff, lo considera "respecto a sus crímenes, al mismo nivel de Josef Mengele".
EL MOSSAD SOBRE SU CABEZA
encia de Israel.Heim ha escapado muchas veces y la justicia alemana supone que, desde 2006, se esconde en Latinoamérica, presumiblemente en Chile, donde tiene una hija y donde es posible que se haya ocultado todos estos años.
Las autoridades alemanas han ofrecido una recompensa de unos 160 mil dólares y las austriacas otros 70 mil por datos que lleven a su captura y han desplegado una maquinaria publicitaria para dar con el paradero del carnicero de Malthausen.
