Confidencialmente se me ha informado de algunos casos, tristes, que han sucedido con respecto a la privación de la libertad de expresión en el país en las últimas horas:
--El gobierno quitó la concesión de 25 frecuencias de tv al arzobispado de Caracas y 11 a la arquidiócesis de Maracaibo.
--El programa de Juan Carlos Fernández, "A punto", lo sacaron del aire de Telecolor y Actualidad 91.1 FM, en Maracaibo, por presiones del gobierno encabezadas por el diputado Lisandro Cabello, de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, Venezuela. Lo acusan de apoyar a prófugos de la justicia, como Patricia Poleo.
--Marcel Granier denunció que el gobierno está presionando a las operadoras de cable para que no le den cabida al Canal 2, o lo que fue RCTV. Se supo que el Canal 2 está gestionando la compra de un satélite que le permitiría llevar su imagen a unos 60 países.
--El periodista Argenis D´Arienzo ( Canal 11, Niños Cantores TV de Maracaibo, estado Zulia) llamó "malandro" al presidente Chávez y la directiva del canal lo sancionó con dos días de suspensión. De paso le quitó media hora de programa.
--La autocensura en los medios es el pan nuestro de cada día. La tónica es, "lee pero sin opinar". Hay que tener cuidado hasta con las letras de las canciones para que no sean mal interpretadas por los censores del gobierno.
--Las emisoras comunitarias están como los cristales, mirar y no tocar. Lo mismo pasa en las iglesias evangélicas, hay bandos de lado y lado, por lo tanto hay que ser muy cauteloso para no herir susceptibilidades.
--La iglesia católica también está marcadamente dividida entre oficialistas y opositores. Hablan muy mal de monseñor Gustavo Ocando Yamarte, del programa de Tv Angulos, y del padre y periodista Vidal (Iglesia Las Mercedes de Maracaibo).
--Todo esto, aparte de la comparecencia del director de Globovisión y del director del programa Aló Ciudadano ante la Fiscalía General de la República, acusados de apología al magnicidio, porque en uno de sus programas emitieron imágenes del atentado en contra de Juan Pablo II y en el fondo una música de Rubén Blades, lo que los censores interpretaron como un delito.
Las cosas están realmente delicadas en Venezuela en lo que tiene que ver con la libertad de expresión o mejor dicho, con la ausencia de ésta. Los que creen que éste es un derecho humano fundamental, periodistas, dueños de medios, conductores de programas, deben cerrar filas de una sola vez, y que el teniente coronel haga lo que ha determinado hacer, o lo que a la final hará de uno a uno, llevando a todas las voces disidentes al matadero del silencio.
Imagen cortesía de BBC Mundo
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