Mientras en los países árabes los gobiernos enfrentan una ola de protestas que ya han tumbado dos presidentes, en Irán se desarrolla una lucha sin precedentes en las más altas esferas del poder.
Esa lucha enfrenta a los dos hombres más poderosos del país, el presidente Mahmood Ahmadinejad y el líder supremo, el ayatola Alí Jamenei. Y por el momento parece que Ahmadinejad está llevando las de perder.
Las fricciones comenzaron cuando el presidente destituyó al ministro de inteligencia, Heydar Moslehi, decisión que fue rechazada por Jamenei, quien ordenó su restitución. Ahmadinejad entonces decidió iniciar una especie de huelga no declarada: se mantuvo en casa por 10 días y rehusó asistir a las reuniones de su gabinete ministerial.