El caso del director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, acusado de haber cometido el fin de semana pasado delitos sexuales contra una empleada del hotel donde se hospedaba en Nueva York, pone a prueba la aplicación de los valores editoriales de la BBC y más importante aún quizás el acatamiento a las leyes británicas sobre la cobertura de este tipo de delitos.
Diría yo que es un ejemplo típico de la clase de periodismo que nos obliga a pensar y no caer en las tentaciones de las simplificaciones efectistas o de revelaciones injustas y prohibidas. Poco después de que se conociera la noticia de la detención de DSK -como lo llaman en Francia- y las acusaciones en su contra, comenzaron a circular en algunos medios pero sobre todo en las redes sociales distintas teorías sobre su supuesta culpabilidad o la posibilidad de que sea inocente.
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