A las cuatro de la mañana del pasado 2 de julio, un nutrido grupo de oficiales de la Dijin, acompañados por comandos de la Armada, desembarcaron en la isla Múcura, a dos horas de Cartagena. Llegaron hasta el Hotel Punta Faro, donde a esa hora más de un centenar de personas protagonizaban una bacanal digna de la ostentación de los capos de antaño. Iban tras un narcotraficante llamado Camilo Torres, conocido con el alias de Fritanga, requerido en extradición por una corte estadounidense, pero al que las autoridades le habían perdido el rastro, pues oficialmente figuraba como muerto. Y no solo lo encontraron a él: cuando comprobaron la identidad de los invitados, encontraron entre ellos a siete ciudadanos de Estados Unidos, algunos de los cuales dijeron ser nada menos que miembros de la Policía de ese país.
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