Cuando a los voluntarios les ha sido sugerido pensar sobre un escenario que envolvía la donación de cualquier suma de dinero para caridad o la posibilidad de mantener ese dinero para ellos mismos, la respuesta cerebral ha sido de satisfacción, como en los casos cuando se piensa en comida o en el sexo.
Dice la información aparecida hoy en el Washington Post digital: "Los resultados mostraron que cuando los voluntarios colocaron los intereses de otros antes que los de ellos, el acto de generosidad activó una parte primitiva del cerebro que generalmente se resalta en respuesta a sexo o comida. Altruismo, sugiere el experimento, no era una facultad moral superior que reprime el impulso básico del egoísmo, sino que era básico para el cerebro, bien entramado y placentero".
"Mientras más los investigadores descubren, más parece que la fundación de la moralidad es empática. Siendo capaz de reconocer --hasta de experimentar indirectamente--, que otra criatura va bien. Esto es un paso importante en la evolución del comportamiento social. Y es sólo un paso corto de esta conciencia a muchas nociones humanas del bien y el mal, dice Jean Decety, un neurocientífico de la Universidad de Chicago".
"La empresa investigativa ha sido considerada de interés por filósofos y teólogos, pero ya han surgido preocupaciones que incrementan preguntas problemáticas. Reducir la moralidad o inmoralidad a una química cerebral --en lugar de a la libre voluntad--, podría disminuir la importancia de la responsabilidad personal. Y algo más importante, algún asombro si la idea de moralidad es de alguna manera degradada si se torna a ser sólo otro instrumento evolucionista que la naturaleza usa para ayudar a la supervivencia de las especies y propagarse".
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