Fernando Araujo, Canciller colombiano recién nombrado para los Estado Unidos, lanzó la bola a 100 millas por hora y directamente al centro del plato, al decir lo que muchos saben, pero por conveniencias políticas callan: Hugo Chávez es el líder ideológico de la agrupación narco-guerrillera Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
A lo mejor el Canciller se atrevió a decir lo que dijo, porque acaba de salir de un secuestro de varios años y al parecer está descontextualizado políticamente, que es lo que los opositores a Uribe le han criticado para su nombramiento a un cargo de tanta envergadura.
Pero de que dijo la verdad, la dijo y una vez dicha, no importa que haya tratado de recoger sus palabras, ya están en el conocimiento de la opinión pública mundial.
Si el Canciller quisiera seguir ahondando en cuanto a las relaciones entre el grupo terrorista narco-guerrillero de las Farc y el gobierno del presidente Hugo Chávez, de seguro que se encontrará con algunas sorpresitas que todo el mundo comenta, pero que nadie ha sido capaz de poner sobre la mesa y decirle al gobierno de Venezuela que aclare su supuesta relación con las Farc, o rompen las relaciones.
Es de opinión pública común en Venezuela que se diga que el gobierno de Chávez proteje a la guerrilla de las Farc en todo el eje de la Sierra de Perijá, que se extiende desde La Guajira, en el Estado Zulia, pasa por el Estado Táchira y va hasta el Estado Apure.
También se dice, no me consta, que la mayoría de los miembros de las Farc poseen cédulas y uniformes militares venezolanos y que servirían de apoyo al ejército regular, en una eventual invasión de los Estados Unidos a Venezuela, es decir, que estarían actuando como una quinta columna.
También se dice y al gobierno colombiano le consta, que los líderes de las Farc se pasean por las calles de Caracas como Pedro por su casa, mientras que la hermana República los busca por crímenes contra la humanidad.
Canciller Araujo, lo que usted dijo está bien dicho, pero me temo que mañana tendrá que reinterpretar sus palabras o negarlas, pero allí estará la presión del gobierno de Venezuela, para que el mundo no sepa la verdad sobre la diabólica relación de un gobierno democráticamente constituido y un grupo de terroristas irregulares, comprobadamente asociados con el narcotráfico en Colombia.
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