VERBO VICTIMIZADOR
(Mgs. Fil./Psic. Gonzalo Paredes R.)
Los actos de habla son una herramienta básica para el buen vivir. En el ejercicio de la política venezolana, la intensidad del discurso se ha ido acentuando a tal punto que cualquier ciudadano crédulo puede pensar que el ejercicio de gobernar en Venezuela consiste en dirigir una guerra, que hay dos bandos opuestos, uno de patriotas y otro de realistas (como en la Guerra de Independencia), y todos los oponentes políticos son enemigos y hay que destruirlos.
En la política venezolana vemos el isomorfismo entre actividad política y guerra: gobernar es hacer la guerra o, la política venezolana es una guerra; este argumento se escucha a diario en las metáforas de guerra que utilizan los diferentes actores del quehacer político nacional. Al analizar el lenguaje que se utiliza, vemos que no es conversacional, es una discusión irracional, no hay formulación de premisas, cita de evidencias o conclusiones lógicas, sólo un verbo encendido, subjetivo, irracional e irresponsable; la estrategia común es la mutua descalificación.¨
El lenguaje no es simple palabrería, las metáforas tienen la capacidad de crear una nueva realidad en las mentes primitivas ya que se les induce a actuar en los términos en que se habla. Las metáforas utilizadas por el presidente Chávez siguen un patrón convencional: Se presenta como un héroe deificado señalado por la providencia para salvar: “Venezuela y Brasil están señalados por la mano del destino a asumir posiciones de vanguardia en los procesos de transformación”. En otras ocasiones, utilizando referencias bíblicas aplicadas a Jesucristo como lema personal: “El que no está conmigo, está contra mi”.
En las metáforas del discurso político venezolano se presenta al contendor como un enemigo demonizado, la cantidad de adjetivos utilizados muestran al enemigo como la suma de todo lo malo: “Piratas, fascistas, golpistas, conspiradores, saboteadores, terroristas”; y utilizan igualmente términos universales de descalificación: “Traidores, oposición irracional, enemigos de la patria”.
El patrón psicológico termina con la victimización del pueblo: “Pretenden emboscar de nuevo la vida de los venezolanos”, “encontraremos a los conspiradores que intentan estrangular la vida de los venezolanos”. Victimizar a una persona o grupo, conduce a estos a buscar un salvador y crear dependencia. La actitud actual de los políticos también fue usada en menor grado en el pasado; ha sido una práctica generalizada de los políticos la victimización del pueblo. Lo grave de la victimización es que las personas que caen en esta condición se niegan a pensar, hay alguien que piensa por ellas.
En las metáforas del Presidente Chávez se ve la inversión de sentido en la oposición guerra-paz; el equilibrio, la paz, la verdadera democracia, la igualdad se logrará cuando triunfe el héroe. Según la forma de pensar que se utiliza para hablar actualmente, el camino para lograr la paz es el camino de la guerra: “Nuestro camino es la victoria y para ello debemos mantenernos siempre alertas”.
En las metáforas de guerra se entrecruza la visión que cada protagonista posee a nivel cognitivo, dicha visión se alimenta del bagaje religioso, político, social, laboral y moral de cada individuo. Desde el punto de vista religioso, el comentarista Derek Kidner (Proverbios,Editorial Certeza, Bs. Aires, pag. 185, 1975) dice, al comentar el capítulo 26, versículo 21 del libro de Proverbios: “es el pendenciero, no la verdad, lo que alimenta el fuego; porque su mente convierte los hechos en combustible”.
Desde el punto de vista emocional, la irracionalidad de lenguaje encuentra afinidad (ecotimia) con patologías presentes en cada individuo (neurosis, paranoia, depresiones y otros trastornos); en este sentido, el lenguaje de guerra se amplía concéntricamente encontrando adeptos y produciendo turbas irracionales que justifican su conducta antisocial calificándola como patriotismo, fervor nacionalista, pasión por la verdad y otros alegatos más.
El discurso político agresivo lleva a las partes en disputa al plano de justificar prácticas rechazadas por las legislaciones internacionales; por otro lado, cauteriza la mente del pueblo sobre la práctica de la verdadera justicia y la verdad, ya que ella se hace propiedad exclusiva de quien tiene la palabra.
Es urgente dejar a un lado el lenguaje de guerra y las acciones violentas que las acompañan. Es necesario un cambio radical en la educación y los valores, los políticos necesitan reconstruir el país tomando como referencia la historia para no repetirla. En el Tao Te King de Lao-Tse, este sabio antiguo enseñó que los compañeros del gobernante deben ser la virtud, la sencillez, el ser inadvertido, y la muerte (que es la renuncia a la grandeza), aliados que nuestros políticos necesitan para traer la reconciliación al país.