recuerda el desvelo de mi lucha con la palabra".
(Carmen Naranjo 1968)
Ha pasado más de un año desde que escribí mi última columna de opinión crítica al sistema globalizado. No fue mi voluntad interrumpir una carrera de 30 años, exitosa a mi parecer, pues era odiada por muchos poderosos y realmente estimada por un gran sector de la población norteamericana, especialmente los inmigrantes hispano hablantes.
Llevaba 13 años de trabajo ininterumpido hasta el 27 de junio del 2010, cuando decenas y decenas de hombres fuertemente armados del FBI, vestidos de negro, muchos enmascarados, irrumpieron mi vida en una acción que parecía de película. Esa noche fui detenida, encadenada y encerrada en una celda acusada de espionaje.
Dos horas antes de mi sentencia, trece días después, en el juicio más extraño, veloz e injusto que duró menos de media hora, me entere que mi esposo de 30 años y el padre de mi hijo había sido un ex agente del servicio secreto de la Unión Soviética.