El neogranadino y "santanderista", como el mismo teniente coronel ha definido al presidente Alvaro Uribe, le ha resultado al presidente venezolano mucho más inteligente, sagaz y escurridizo de lo que a lo mejor pensó.
A todos los alardes y provocaciones del teniente coronel, a raíz de la crisis creada entre Colombia y Ecuador y en la cual Venezuela no tenía ningún derecho de ingerencia, el presidente de Colombia ha respondido como cualquiera persona sensata tiene que responderle a un fatuo y falto de sentido: con toda prudencia para no caer en el mismo juego.
El presidente de Colombia, a través de su ministro de defensa, dijo que "no moverían ni un soldado hacia la frontera con Venezuela ni con Ecuador". Esto a sabiendas de que los dos países habían movido sus tropas hacia las fronteras con el vecino país, para provocar una guerra innecesaria y sin sentido.
El teniente coronel, con la desfachatez con que trata los asuntos realmente álgidos del país, desde un estudio de televisión despachó diez batallones de tanques blindados y ordenó un "despliegue" de la Fuerza Aérea, con todo y que el incidende donde murió el narcoterrorista Raúl Reyes, no era con Venezuela.
Una vez más la comunidad internacional se ha dado cuenta del peligro que el teniente coronel representa para la paz en la región. De lo que acusa al presidente Uribe, es lo que realmente él se propone en suramérica: imponer su ideología por las buenas o por las balas.
