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sábado, 1 de septiembre de 2007
"Un kilo de trigo por un denario"
"...Miré ¡y apareció un caballo negro!
El jinete tenía una balanza en la mano.
Y oí voz en medio de los cuatro seres
vivientes, que gritaba: 'un kilo de trigo
o tres kilos de cebada, por el salario de
un día; pero no afectes el precio del
aceite y del vino'". Apoc. 6:5-6
Un extenso artículo de Time Magazine esta semana nos alerta de la escasez mundial de uno de los cereales más consumidos en el mundo: el trigo. De inmediato vino a mi mente el pasaje de Las Escrituras, que encabeza esta nota.
El denario era una moneda romana de plata equivalente al salario de un día de trabajo. Para la época, cuando se escribió el libro de Apocalipsis, más o menos en el año 100 DC, pensar en que un kilo de trigo pudiera costar el salario de un día, era algo simplemente imposible, pero como los libros proféticos hablan de cosas que no son, pero que pudieran ser, pues de allí esta referencia.
No es la primera vez que el mundo conocido tiene problemas con la escasez de alimentos primarios. Ya recordarán la historia bíblica también, de cuando los hijos del patriarca Jacob viajaron a Egipto porque en Palestina había una hambruna insoportable.
Pero una escasez de trigo en los albores del siglo XXI suele ser preocupante, no sólo porque es una profecía contenida en Las Escrituras, sino porque estamos viviendo la época científicamente más avanzada de la historia de la humanidad y sin embargo no hemos sido capaces de hacer lo posible para mantener los graneros llenos a fin de satisfacer las necesidades de la población mundial.
Cuando aumenta el trigo, aumenta, por carambola o efecto dominó: la carne de ganado, carne de puerco, carne de pollo, huevos, pan, leche y todo lo que esté de alguna manera relacionado con la alimentación con trigo o con sus derivados. Esto está pasando ahora mismo en España y los españoles están pegando el grito al cielo.
Para los que creemos en las profecías bíblicas, pensamos que la situación mundial irá de mal en peor, que la escasez de productos se empeorará cada vez más, a pesar de todo lo que los gobiernos hagan o pudieran hacer. Quisiéramos ser esperanzadores, pero las condiciones mundiales no nos dan esa opción.
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