Londres se ha enfrentado a una noche de revueltas generalizadas de jóvenes que amenazaba con extenderse a otras partes de Inglaterra y convertirse en una crisis política sin precedentes. El primer ministro, David Cameron, ha decidido por fin interrumpir sus vacaciones en la región italiana de Toscana y regresar de inmediato a Londres para ponerse al frente de la crisis. La policía no daba abasto no ya para controlar sino pura y simplemente para afrontar unos disturbios que aparecen como champiñones en los más variados barrios de la capital y que han llegado también a Birmingham y amenazan con estallar también en Leeds, en el centro de Inglaterra.
Los disturbios del sábado se extendieron el domingo a otras zonas de Londres, pero el lunes por la noche la violencia estalló en numerosos barrios, desde Hackney y East Ham en el este a Peckham y Lewisham en el sudeste, Clapham en el sur y Croydon, más allá de las fronteras del sur de Londres, una ciudad dormitorio a medio camino entre la capital y el aeropuerto de Gatwick en la que ardía de forma espectacular una gigantesca tienda de muebles.