Por esta gracia, no de un sacerdote de la iglesia católica, sino de muchos de ellos, la diócesis de Los Angeles ha llegado a un acuerdo en pagar a más de medio millar de afectados por estos delitos, la astronómica suma de más de 600 millones de dólares americanos, para lo cual ha tenido que vender lo que tiene y lo que no tiene.
Dice la nota de prensa: "La archidiócesis de Los Ángeles ha acordado pagar 660 millones de dólares (478 millones de euros) a 500 víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes en casos que se remontan a los años cuarenta del siglo XX. Se trata del mayor acuerdo de indemnización por este tipo de hechos, según han declarado los abogados de los demandantes".
Lo que me preocupa de esta situación no es tanto el hecho de que una vez lo hicieron, sino que no se conoce el paradero de estos curas, pero sí se sabe que la misma iglesia, por muchos años los protegió, cambiándolos de iglesias y adondequiera iban dañando a más víctimas.
Sería bueno para las familias que se congregan en las iglesias católicas del mundo, no sólo en los Estados Unidos, que la Iglesia Católica, a través del papa, les dijera cuál es el paradero de estos curas pedófilos que una vez se quitaron la sotana para cometer actos lacivos, que aún entre los paganos se critican. Es hora de que el papa, así como se levanta para hablar de moral, diga lo que hará la iglesia desde ahora en adelante.
No se crea el mundo que este caso de sacerdotes pedófilos es exclusivo de los Estados Unidos, sino que hubo muchas víctimas que fueron lo suficientemente valientes para encararlos, denunciarlos y desenmascararlos.
Esto mismo es lo que tienen que hacer las víctimas de cualquiera que se proclame servidor de Dios y amparado bajo este escudo comete delitos muy reñidos con la moral y las buenas costumbres en cualquier parte del mundo.Hay que denunciarlos, hay que desenmascararlos, hay que llevarlos ante los tribunales y que sean condenados, porque representan un peligro para la sociedad.
Foto cortesía de El País de España, cardenal de Los Angeles Roger Mahony