Primero eran barcos de guerra iraníes los que serían enviados a Venezuela y ahora es Rusia la que envía dos bombarderos capaces de llevar armas nucleares. El régimen de Nicolás Maduro está tratando de mostrar al mundo que aún cuenta con amigos dispuestos a salir en su defensa ante temores de una intervención extranjera. Y aún cuando la gran mayoría de los países latinoamericanos insisten en que una intervención de ese tipo no está siendo discutida para poner fin a la aguda crisis venezolana, la señal que proviene de Venezuela es que el régimen lo ve como un peligro inminente.