Cuando el coronavirus llegó a Europa, a Bérgamo le decían “la Wuhan de Italia”. Esta ciudad de la Lombardía era el epicentro de la pandemia en su país. Fue la zona más castigada. Una de las postales más dramáticas se vio allí en marzo, cuando un desfile de camiones del Ejército transportó 65 féretros con muertos a distintos crematorios del centro de Italia, porque el de Bérgamo no daba abasto. El sistema de salud estaba saturado, y su personal estaba en su gran mayoría infectado o exhausto. Ya en el mes de junio su alcalde, Giorgio Gori, calculó que los muertos en la provincia homónima habían sido unos 6000, y no 2800, como apuntaban los datos oficiales. Y todo este caos sanitario lo vio Giuseppe Remuzzi en primera línea.