Rafael Ernesto Reiter Muñoz compró al llegar a España una casa blanca, de formas cúbicas y pocas ventanas. Era julio de 2015 y lo hizo en una acomodada urbanización de Sant Cugat del Vallès (Barcelona). La vivienda había salido a la venta por casi dos millones de euros, aunque “costó venderla y se cerró por menos”, afirman fuentes inmobiliarias de la zona. Tras una década de intrigas, operaciones secretas y negocios millonarios, el antiguo jefe de la policía interna de PDVSA —la gigantesca petrolera pública venezolana—iniciaba una nueva vida marcada por la discreción, pero sin renunciar al lujo.