Raúl Castro inauguró ayer el VI Congreso del Partido Comunista Cubano (PCC) con un rapapolvo histórico a la organización partidista que durante medio siglo ha ostentado el monopolio político y regido los destinos de Cuba.
El presidente cubano y Segundo Secretario del PCC criticó con dureza al Partido por entrometerse en las labores de Gobierno y usurpar funciones que no le son propias, además de exigirle "desterrar el inmovilismo fundamentado en dogmas y consignas vacías" y no frenar las reformas económicas que impulsa su Gobierno en busca de un nuevo modelo económico. Castro hizo a los 1.000 delegados al Congreso una propuesta que nadie esperaba: limitar a dos periodos de cinco años el tiempo que pueden ejercer el poder los principales cargos del Gobierno y el PCC.
El mandatario cubano afirmó - visiblemente enfadado - que el PCC en muchas ocasiones ha bloqueado decisiones políticas convirtiéndolas en papel mojado. También ahora. "Hay que despojar al Partido de las funciones que no le corresponden", dijo en el discurso, que fue muy duro contra el sector más ortodoxo del Partido, refractario a los cambios.