A las 14 semanas de embarazo el médico les informó a Astrid Pérez y Alirio Galvis que su última ecografía había arrojado un “hallazgo” extraño. A las 17 semanas, después de un nuevo examen, les anunció que su hija nacería con síndrome de Down. A los seis meses de nacida la bebé, María Valeria, ya había sido sometida a cuatro cirugías por unamalformación gastrointestinal cuando una genetista les recomendó que la llevaran al quirófano una vez más, para esterilizarla, argumentando que los niños en condición de discapacidad eran más vulnerables al abuso sexual. Esterilizarla para evitar que la violaran, quiso decir. Astrid y Alirio se opusieron. “En vez de castrarla para ‘prevenir’, ¿por qué no difundir la idea de que les brinden una educación sexual integral para que eso no pase?”, se pregunta Alirio desde de su casa en el norte de Bogotá.