Sólo en la mente de una persona que no está en sus cabales, puede caber que puede insultar al congreso de una nación y esperar contar con la anuencia de su presidente, que de paso es su amigo, pero que está claro en cuanto a su responsabilidad como primer mandatario de toda una nación y no de un solo sector.
Ya es clásico del teniente coronel el ponerse a hablar como un loco, tirándole piedras a todo el que se le pase por la mente, sin ni siquiera sopesar las consecuencias que estas palabras pudieran causar a nivel internacional.
Ya se recuerdan los intercambios de palabras con Alan García (Perú), Uribe (Colombia), George Bush (Estados Unidos), Condoleezza Rice (Estados Unidos), Tony Blair (Inglaterra) y no sé cuántos más.
¿Realmente qué piensa el teniente coronel, que puede insultar a cualquiera que quiera así por así, simplemente porque no comparten su visión del mundo?. Si estos insultos vinieran de cualquier mortal normal, no pasaría nada, no tendría mayores consecuencias, pero proveniendo del primer mandatario de un país que se precie de serlo, esto tiene consecuencias mayores.
Nunca en la historia reciente y pasada de Venezuela la imagen de un presidente había estado tan echada a menos. Ni siquiera en la época del otro loco, Carlos Andrés Pérez, que hablaba verdaderas disparatadas, el país enfrentó tantas críticas internacionales dirigidas a su presidente, por insensato al hablar.
¿Quién le pondrá el cascabel al gato?, porque no es posible pasar por este mundo repartiendo insultos a diestra y a siniestra, sin recibir las consecuencias que esas palabras conllevan.