Durante más de una década, Bruce Hall dirigió su centro de atención a personas con necesidades especiales en el Panhandle de la Florida como si fuera un campamento militar.Castigaba a los inquilinos discapacitados negándoles alimentos y medicinas. Los amenazaba con un palo. Los drogaba con tranquilizadores fuertes, y cuando infringían sus reglas, les daba golpizas. Hubo uno que tuvo que ser ingresado.
“Las condiciones en la instalación no son ni para un perro”, afirmó una persona que llamó a autoridades estatales.
Cuando las autoridades normativas de la Florida confrontaron al Hall, de 50 años, con una letanía de abusos en el 2004 en su instalación en el condado Washington, dijo que los había perseguido para que salieran de su propiedad, a la vez que criticó la intrusión del gobierno.
