La élite chilena forjó una red omnipresente en el poder político y económico, multiplicó beneficios y salió ilesa de casos de corrupción que sembraron el desencanto y la desconfianza de buena parte de la población que hoy empatiza con el estallido social que conmovió a Chile en los últimos dos meses. De izquierda o derecha, estudian en los mismos colegios privados y universidades, se casan entre ellos, veranean en los mismos balnearios de la costa central chilena o en los lagos del sur del país, con apellidos que se repiten en el Congreso, el gobierno y los directorios de las principales empresas.