El cartel de Sinaloa buscó todas las vías posibles para nutrirse de la droga que después introducía y distribuía en Estados Unidos, su gran mercado. La ruta marítima resultó ser la más segura para enviar los cargamentos de cocaína colombiana. Para explotar al máximo esa vía, el narcotraficante mexicano Joaquín El Chapo Guzmán y otros miembros de la empresa criminal entraron en contacto con responsables de la compañía pública Petróleos Mexicanos (Pemex) para usar sus buques.