La memoria de Hugo Chávez se resiste a morir. El culto a su personalidad ya no se limita a las visitas guidas a su tumba insepulta en el Cuartel de la Montaña del «23 de Enero» y los souvenires, sino que se ha extendido a nivel nacional, que al mejor estilo de la dinastía de Corea del Norte, propaga su voz, siembra estatuas y adoctrina a los venezolanos arrullándolos desde la cuna y la escuela con los textos escolares.