El sábado 23 de febrero la ayuda humanitaria se acercaba al puente Francisco de Paula Santander mientras la esperanza y la incertidumbre se apoderaban de la población venezolana. Poco tiempo después, fueron incendiadas tres gandolas cargadas con medicinas e insumos que iban a ser distribuidos en Venezuela. Cadenas humanas se formaron en el acto para salvar la mayoría de la ayuda posible mientras una columna de humo negro y espeso se levantaba hacia el cielo.