La canonización es un proceso para el que la Iglesia católica dispone de una maquinaria burocrática compleja, pero bien engrasada. Tanto, que algunos se refieren a ella como "una fábrica de santos". Por ese proceso pasó Juan Pablo II, Juan XXIII y -con variaciones en función de las épocas y los casos- los miles de santos reconocidos por el Vaticano. La Congregación para las Causas de los Santos es la encargada de "regular el ejercicio del culto divino y de estudiar las causas de los santos".