Para enfrentar lo que ha llamado la “guerra económica” que le habría sido declarada por Estados Unidos y la “burguesía parasitaria”, el sucesor de Hugo Chávez ha decidido echar mano a una táctica mixta, entre atrabiliaria y guasona de, por un lado, intimidar a sus adversarios y, por la otra, adelantar el clima festivo de la Navidad. Así que para la alocución en Barcelona guardó una sorpresa que compendiaba en sí misma tanto el palo como la zanahoria: pidió a las Fuerzas Armadas ocupar todas las filiales de una importante cadena de tiendas de electrodomésticos, Daka, y confiscar y vender de manera compulsiva sus inventarios “a precios justos”: “¡Que no quede nada en los anaqueles!”, retumbó la orden presidencial.