En algunos países se movilizan contra proyectos de ley, en otros tienen sus propios grupos políticos y a veces hasta candidatos presidenciales: los evangélicos emergen cada vez con más fuerza en el mapa de poder de América Latina. El fenómeno quedó reflejado en la última elección de Costa Rica, donde el predicador evangélico Fabricio Alvarado disputó la segunda vuelta con una postura conservadora, opuesta al matrimonio igualitario, la fecundación in vitro o el aborto.
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