Se fueron todos como en un crucero de quinceañeras. La familia real barinesa partió desde el morichal llanero hasta el corazón de la Antilla mayor, para estar con el presidente Hugo Chávez en el desiderátum de su existencia. La comitiva que acompañó al paciente oncológico se acercaba a las 200 personas, aumentando de manera significativa los fines de semana. Tenían dispuestos tres vuelos diarios que llegaban temprano al aeropuerto José Martí en La Habana, venían colmados con una serie de productos de empresas Polar que son imposibles de conseguir en la derruida isla del Caribe.