El comisario Iván Simonovis era un policía de acero. Hoy tiene una osteoporosis tan severa que puede fracturarse la columna si se agacha a amarrarse los zapatos, porque en seis años, solo vio el sol durante 13 días. Así lo cuenta él mismo tras cumplir nueve años tras las rejas. Padeció los primeros cuatro sin haber sido condenado aún y los últimos son apenas el principio de una pena máxima de 30 años que le fue impuesta, a pesar de que no se pudo probar con contundencia su autoría intelectual de las muertes por disparo que hubo en la marcha del 11 de abril de 2002 en Caracas, horas antes del golpe de Estado contra Hugo Chávez.