
“Llegó la plata”, se oye al interior de una pequeña habitación construida con palma, en la que se apiñan alrededor de 10 adultos y una veintena de niños. Nadie sale a recibir al visitante, hasta que el guía se adelanta con pan y panela (dulce de caña rico en calorías) y los saluda en su idioma.
Toman los panes y comen ávidos. De pronto una mujer que teje, lanza una serie de palabras en su idioma de las que se escuchan dos mundialmente conocidas: “Coca Cola”.