Unos 30 cubanos se sientan en una sala de conferencias durante varias horas cada semana y aprenden el ABC del periodismo: cómo reportar una noticia, escribir un titular y verificar fuentes. Sin embargo, para su gobierno, son parte de una actividad criminal. No es sólo que estudien periodismo en un país en donde los medios de comunicación están controlados por el gobierno, sino cómo y en dónde lo hacen: adentro de la Sección de Intereses de los Estados Unidos, el resguardado puesto de un gobierno que ha pasado décadas intentando debilitar al gobierno comunista de Cuba.