Tras la inevitable jornada previa de largas colas en las gasolineras, los iraníes han encajado con resignación los nuevos precios de los carburantes que entraron en vigor la pasada medianoche. El aumento, de hasta el 75% para la gasolina y el 60% para el gasoil, había sido anunciado con anterioridad como parte del plan para reducir los subsidios de los productos energéticos y acercar estos al valor de mercado. Aunque no hubo noticias de incidentes, esta nueva subida es otra prueba para los iraníes, que empiezan a desesperar ante la lentitud de la recuperación económica prometida por Hasan Rohani.