La intensidad y persistencia de las protestas continúa en Chile, en medio de sensaciones que transitan entre las esperanzas de cambio, la pena por lo destruido, la rabia ante el vandalismo, o sencillamente, la perplejidad. Nada ha frenado la destrucción de las estaciones del metro de Santiago, el desafío al toque de queda impuesto por los militares, el extendido "caceroleo" incluso en los sectores más ricos de la ciudad, y la vandalización y saqueos en supermercados y farmacias de los últimos días.