
Los de ETA pretendían, según esto, probar aquí una especie de lanzagranadas que dos etarras habían diseñado en Cuba -"de 40 kilos está afinado para alcanzar un punto a 600 metros"- y para tal cosa solicitaban autorización y colaboración de las FARC.
Esto se conoció en marzo de 1999, gracias a la detención en París de tres militantes de la organización separatista quienes portaban la correspondencia en la que José Ignacio Echarte Urbieta -refugiado en Cuba- consultaba tal cosa a la guerrilla colombiana.