Muerte, dolor y hambre. Pocos medicamentos, tal vez interrupciones frecuentes del suministro eléctrico y escasez de gasolina para la población civil. Esa es la situación en la que se encuentra Sirte, la ciudad natal de Muamar el Gadafi, tras sufrir durante más de un mes el asedio de los rebeldes libios y los bombardeos de la OTAN. El sábado, cuatro miembros de la Cruz Roja consiguieron entrar por primera vez en este municipio de unos cien mil habitantes y visitar el hospital de Ibn Sina. Tras comprobar que la gente muere por cuestiones tan fáciles de evitar como la falta de combustible para alimentar los generadores, los activistas humanitarios entregaron 400 litros de gasóleo y material quirúrgico para atender a 200 heridos.
“Las condiciones en las que ha trabajado el personal médico en las últimas semanas han sido extremadamente difíciles”, indicó Hichen Jadraui, jefe de la misión de la Cruz Roja en Sirte, en un comunicado difundido por la organización. “Al hospital está llegando un importante flujo de pacientes, los suministros médicos se agotan y hay una necesidad desesperada de oxígeno. Además, el depósito de agua está dañado”, añadió Jadraui.