Neiza Salazar y su hijo Moisés, de cinco años, llegaron hace seis meses desde Caracas de visita a España. Tenían billete de vuelta para el 17 de marzo. Pero entre tanto estalló la crisis del Covid-19. Tres días antes de la fecha de regreso el Gobierno de Pedro Sánchez decretó el estado de alarma, los vuelos quedaron interrumpidos y el régimen de Maduro se niega a repatriar a sus nacionales. Sin dinero ni posibilidad de trabajar, ambos acabaron refugiados en una iglesia evangélica de Madrid.