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miércoles, 19 de septiembre de 2007

Cómo fue que convirtieron a Cuba en una prisión

Luis Ortega/Diario La Prensa, New York


Hay muchos cubanos, dentro y fuera de la isla, que creen, ingenuamente, que tan pronto Castro entregue su alma al creador todos los problemas de la isla, desde 1959, se resolverán enseguida. Los hay, inclusive, que han llegado a creer que Raúl Castro podría convertirse en el libertador. Es decir, en el hombre que podría restablecer las libertades perdidas.

Algunos han dicho con algo de admiración y esperanza que Raúl ha tenido contactos con los militares americanos a través de las cercas que separan a la base norteamericana del resto de la isla. Olvidan que Raúl Castro fue el precursor de la barbarie cuando a los pocos días del triunfo de lo que todavía llaman revolución, alineó junto a una ancha zanja a una cantidad de funcionarios y militares del gobierno que acababa de caer y los fusiló sin juicio previo. ¿De dónde viene esa sórdida esperanza en Raúl Castro? Viene de la desesperación. El régimen de Cuba va a cumplir pronto 48 años de existencia o tal vez más. Fidel Castro, bien cuidado y dictándole boberías a sus sirvientes, puede durar diez años más o tal vez quince. Quien sabe.

El problema más grave que tiene la isla es que una porción importante de su población actual nació después de la revolución y no conoce otra cosa que la miseria y el control absoluto de sus verdugos. A lo más que se atreven algunos es a huir hacia el norte. Esa vía para el escape la abrieron los mismos americanos a partir de 1959 y nunca se ha cerrado. La fuga es la vía de la desesperación. Aquello fue un gravísimo error que cometieron los personajes que en 1960 iniciaron la lucha contra Castro. Propiciar la fuga para llenar Miami de cubanos y armar después una brigada para invadir la isla. Todavía siguen llegando los supuestos combatientes que después se hacen ciudadanos americanos y se sienten felices y contentos. Eso ya no se detendrá jamás.

Para colmo de males, el gobierno de Bush ha prohibido los viajes a la isla de los cubanos, que sirvieron durante muchos años para fomentar aún más el descontento de la población. Lo único que, en realidad, serviría para agitar a la población de la isla sería la apertura total. Libertad absoluta para que vaya a Cuba todo el que quiera, ya sea cubano o americano. Inclusive, hasta restablecer relaciones diplomáticas. La política que ha seguido con Cuba el disparatado gobierno de Bush ha sido un regalo para Castro.

Aquellos que piensan que muerto Castro inmediatamente se restablecerían las libertades de Cuba están equivocados. Los que en la radio de Miami y en las asambleas de los viejos combatientes hacen planes para recuperar las libertades están despistados. En realidad, el régimen de Cuba, con tantos años de ejercicio del poder absoluto, está muy enraizado en la conciencia del cubano. Hay, primero, que eliminar el aislamiento. Hay que forzar las puertas para el intercambio.

Pensar que desaparecido Castro, y hasta muerto su hermano, todo lo que hace falta es que regresen a Cuba los viejos jefes del exilio para establecer gobiernos democráticos y encausar a loso que se han pasado tantos años sirviendo al régimen totalitario es una tontería. La cosa no es tan fácil. Los miles y miles de cubanos que dependen del régimen no pueden ser borrados del mapa de la noche a la mañana.

La política de Washington en relación con Cuba fue disparatada desde los mismos inicios del conflicto. Armar una invasión en 1961, como hizo el gobierno de Kennedy, fue un grave error y sirvió para consolidar a Castro. No es fácil desechar esa afirmación. Abrir las puertas a los cubanos en los Estados Unidos para incrementar el exilio y disponer de más combatientes fue otro grave error y sirvió para consolidar a Castro. No es fácil desechar esa afirmación. Abrir las puertas a los cubanos en los Estados Unidos para incrementar el exilio y disponer de más combatientes fue otro grave error. Es lo que han estado haciendo desde hace casi medio siglo y lo que, probablemente, seguirán haciendo. Trasladar un país para el norte con el propósito de formar una fuerza que iba a regresar al sur para restablecer las libertades. Ahora lo que hay son dos países. Uno al norte y otro al sur.