La hambruna en Venezuela, cuya firme expansión viene produciéndose desde 2014, ha sido planificada. Para hacerla posible, con la extensión e intensidad con que está ocurriendo ahora, ha sido necesario planificar y ejecutar, por más de dos décadas, un plan que ha incluido enunciados populistas, destrucción productiva, acciones militares y paramilitares, así como un feroz y permanente activismo comunicacional.