Los cables de Wikileaks nos traen hoy una reveladora reunión efectuada entre el encargado de los asuntos de Cuba en la Santa Sede, monseñor Angelo Accatino, la jefa de la Misión Estadounidense en el Vaticano, Julieta Valls y el encargado de Asuntos Políticos de EE.UU, Rafael Foley, el 21 de enero del 2010.
En este cable --conocido por nosotros gracias a los riesgos corridos por Julian Assange--, la Santa Sede, además de manifestar a los Estados Unidos su preocupación por la situación interna de Cuba, tanto política como económica, que, según su análisis, podría "desembocar en un baño de sangre", mira hacia el futuro inmediato y visualiza el próximo sucesor de Fidel Castro y de la Revolución Cubana y... ¡sorpresa!
No es Raúl Castro, porque tiene mucha edad y sobre todo, porque no tiene el dinero para financiar una empresa mundial de esta envergadura como lo es la Revolución Cubana. Tampoco lo son ningunos de los altos generales del régimen cubano.
El nuevo Fidel Castro del hemisferio occidental --dijo Accatino-- y su verdadero sucesor no es Raúl Castro, sino Chávez, ya que éste tiene los ingresos del petróleo para financiar la revolución bolivariana.
Desde la perspectiva de los que vivimos dentro de Venezuela, creemos que esta apreciación de la Santa Sede es correcta, no sólo por las reiteradas manifestaciones del presidente Chávez en este sentido, al decir que Cuba y Venezuela son una misma cosa, sino por el apoyo económico que Chávez --traicionando a la Patria-- ha dado a Cuba, directa e indirectamente.
Incluso, ha circulado en internet una información de un documento presuntamente firmado por el coma andante Fidel Castro y su sucesor, Hugo R. Chávez F., donde se delínea una nueva nación llamada Venecuba, en el cual Venezuela se anexa a Cuba para proteger la revolución cubana, una vez muerto el barbas del Caribe.