Realmente me pareció bochornoso el capítulo donde el presidente de los Estados Unidos declara a Venezuela como un peligro para su seguridad y después de la presión internacional dice que ya no es así, que Venezuela no representa un peligro para Estados Unidos. No critico que el presidente haya rectificado, porque es de sabios rectificar, sino que una política internacional de un país no puede estar al arbitrio de una mente vacilante, que hoy dice que es negro y mañana dice que es blanco. Bajo ese mismo vacilante criterio pudieron habernos invadido o hecho algún otro daño mayor, sin tener evidencia concretas y fehacientes de lo que estaban afirmando. No es agradable recular y para los venezolanos no es agradable tampoco ver la poca seriedad que ha envuelto un tema tan delicado en la política del gobierno del presidente Obama.
