La arepa está en peligro de extinción. Muchos han sido los que han desempolvado las populares máquinas de moler o molinos, por la escasez de harina precocida en Venezuela. Muchas familias ni se acordaban de que ese artefacto existía, pero gracias a la revolución socialista, los venezolanos han podido valorar esas cosas del pasado con las cuales crecieron sus padres y abuelos. También, gracias a ese engendro, hemos tenido que pasar las que pasó Caín para lavarnos el cabello, para asearnos, las mujeres para contener las menstruaciones, las madres para conseguir una paquetico de pañal, aunque sea por el amor a Dios. Pero esas pequeñeces no tienen valor, son completamente insignificantes ante la Patria que nos dejó el innombrable. Tremenda Patria, que si hubiese vivido un poquito más, estoy muy seguro que la hubiese desaparecido o, por supuesto, hubiese cumplido ese gran anhelo desde lo profundo de su corazón; nos hubiese anexado a Cuba, la isla bonita, pero qué pobrecita la islita.