La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, dio ayer un vuelco significativo a la política exterior del país en relación con Irán, al haber votado en contra del régimen de Teherán en Naciones Unidas por primera vez en 10 años.
El representante de Brasil apoyó en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, una resolución propuesta por Estados Unidos, a favor del envío de un relator especial a Irán para investigar violaciones de los derechos humanos cometidas por el Gobierno de Mahmud Ahmadineyad.
En los ocho años del Gobierno de su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, Brasil se abstuvo siempre en las votaciones que condenaban a Irán o le imponían sanciones, bajo la justificación de que dichas medidas de condena o de sanción no eran un "instrumento eficaz" para resolver los problemas de ese país.