"Yo, sentado en mi escritorio, tenía la facultad de intervenir al que fuera, desde un contador hasta un juez federal e incluso el presidente, siempre y cuando tuviera su correo electrónico personal", dijo Edward Snowden el 10 de junio, cuando el mundo vio su rostro por primera después de que filtró documentos que detallaban el programa secreto de ciberespionaje del gobierno de Estados Unidos.