La megalomanía del teniente coronel no tiene límites y raya en la paranoia. Hace poco, durante la visita del gringo de Hollywood a Venezuela, mientras viajaba en un rústico y los fotógrafos hacían su trabajo, entre ellos el del New York Time, le comentó al artista: "Mira, no tengas duda de que los Estados Unidos nos está espiando ahora mismo por satélite".
Dicho esto, levantó una imagen de Santo Che, supongo para que todos los satétiles estadounidenses, que siempre persiguen al Justiciero del Sur a dondequiera que vaya y no hacen nada más que eso, vieran su compromiso con el comunismo. Mientras tanto, infiero, que el gringo, quien viajaba al lado del teniente coronel, y quien miraba a otro lado, pensaba para sus adentros "con qué loco me he subido".
Hoy, desde otro país del Sur, el teniente coronel vuelve a decir algo que ha dicho muchas veces en ocho años de desvaríos: "Bush ordenó matarme". Me parece una estupidez viniendo de un mandatario que, pareciera conocer al Imperio del Norte.
Si Bush o el Imperio del Norte hubiesen querido sacar del juego al teniente coronel, desde cuándo que lo hubieran hecho, por encima de quien sea. Sepa el paladín de Sabaneta de Barinas que no hay una fuerza militar en el mundo actualmente superior a la fuerza norteamericana, para bien o para mal.
Venezuela es un ínfimo punto en el universo para los Estados Unidos. ¡Claro!, pasaba por alto que, como tiene que ver con el Salvador del Planeta, pues, los Estados Unidos, todo el Imperio con todas sus fuerzas tiene que ocuparse de eliminarlo y para eso tienen una tarea de 24 horas todos los días.
Me imagino a todos los comandos de los Estados Unidos luchando sin descanso para un solo fin: sacar de enmedio al teniente coronel, quien habita un ínfimo punto en el planeta tierra. No hay descanso para los gringos, porque Aguila Uno siempre se les escabulle, siempre se va por la tangente, siempre el G2 cubano lo protege en contra de la malevolencia del FBI, la CIA y todo cuanto organismo pueda existir en el Norte.