Los inviernos son largos, fríos y oscuros. Los veranos, casi inexistentes. Una cerveza cuesta cinco euros -como mínimo- y un billete sencillo de metro, tres y medio. No tienen persianas, jamás han oído hablar del jamón de jabugo (sólo conocen el «prosciutto» italiano) y sólo cuando traspasan sus fronteras pueden observar el mundo desde la cima de una montaña (el punto más alto de Dinamarca se encuentra a 172,54 metros). Y sin embargo, los daneses son los habitantes más felices del planeta.