Cuando en el 2008 un par de peloteros cubanos abandonó una selección juvenil en Edmonton, un furioso Fidel Castro llamó a Ron Hayter desde La Habana para dejarle saber su malestar y, según palabras del propio director ejecutivo de la Federación Internacional de Béisbol (IBF) en la ciudad canadiense, el entonces gobernante cubano lo insultó. Esta vez Castro, de 86 años de edad, no pudo o no supo o no le interesó que cuatro jugadoras antillanas hicieron historia al ser las primeras en abandonar una delegación femenina de ese deporte y se convirtieran en el mayor grupo que se fuga en un torneo de béisbol en esa ciudad norteamericana. Esta vez, Hayter no recibió ninguna llamada que lo asociara con “lo peor de la tierra’’, según revelara de aquella comunicación lejana.